Intentos órficos para las letras y las bellas artes

Intentos órficos para las letras y las bellas artes

jueves, 27 de octubre de 2016

SI quieres dedicarte de oficio a hacer prólogos: miente!!!

Hace unas semanas entregué un texto que  iba a servir de prólogo para una novela.  En verdad, la novela del uno al diez se llevaba un siete siendo generoso, y claro, parece que ese resultado relució en mi escrito de tres páginas y media. Lamentablemente el hecho, hirió al ego del  narrador. Para ser honesto ya quisiera que alguien le ponga un siete a mi trabajo literario. Pero cuando los egos son tan elevados, lamentablemente uno no puede satisfacer las expectativas de esos favores solicitados.  Servicios ad honorem , por el solo hecho de servir sin interés alguno.   Por lo tanto, queda demostrado que  mi especialidad no es el prologuismo.  Serìa bastante deshonesto decir que una obra es totalmente maravillosa en todos aspectos narrativos cuando no lo veo.  Lo que he hecho son reseñas o críticas favorables. Pero hacer un prólogo,  hay que tener una franela especial o estimar demasiado al autor o ver que el libro es una obra maestra.
El resultado es que te borran de su Facebook, ¡¡¡ favor que me hacen!!!!.   Moraleja: Desde el principio debes asegurar que no reventaras cuetes o darás hurras y se debe cobrar,  si es amigo, mayor motivo para que entienda que eso debe ser retribuido económicamente.  Debo reconocer que sentí que había perdido mi tiempo, pero luego revisando mi escrito (el prólogo) recordé  varios textos que estuve investigando para poder armar aquel discurso. O sea,  de aprender de hecho que aprendí un poquito más sobre crítica o análisis literario.  Esto beneficia a todos los que somos autodidactas, cuya condición siempre nos envía a revisar y auto-formarse en este camino literario. Me acordé cuando una vez conversé con una amiga, le dije: la ventaja de los autodidactas es que siempre estamos investigando. Por respeto a la enemistad de ese autor no subo el prólogo.  


Enrico Diaz Bernuy

martes, 18 de octubre de 2016

Bob Dylan y el galardón literario: Premio Nobel 2016

Articulo de Enrico Diaz Bernuy

Desde que empecé a escribir reseñas, comentarios o artículos jamás he mencionado sobre algún escritor premiado o al menos no lo recuerdo.  Algo parecido me sucedió cuando un señor escritor me obsequio su libro de género gore.  Cuando leí esa novela dos veces y la tercera fue para remarcar ciertos matices elegí parte de su vocabulario que me parecía muy interesante para poder armar un artículo o ensayo. Y no sé cómo se me ocurre investigar un poco y me di con la sorpresa una infinidad de críticas favorables que ya había recibido. Cuando vi eso, asumí que lo que vaya a decir de esa novela iría a ser un elogio más.  En todo caso hay más novelas, cuentos o pomas que están esperando que alguien los comente.  Algo así me ocurrió con los premios nobel de literatura que se viene dando año tras año. Los nominados todos en merecida posición y los premiados de un nivel de indiscutible excelencia. Por esa razón jamás he escrito algo o dado a conocer mi posición. Los premiados Todos siempre se han merecido tal mención.
Pero en la historia de la literatura también podemos ver a innumerables escritores de igual talla que no recibieron el Premio Nobel, por lo tanto, sería bastante  injusto a mi modo de ver en menospreciar el mérito de los premiados. Los premiados y su talla literaria es indiscutible, y los no premiados también son geniales. Entonces como hay geniales que no fueron premiados, a los premiados hay que minimizarlos, este principio es muy típico en la crítica literaria del cual discrepo totalmente.

 Este año se va a celebrar la premiación de los Premios Nobel y entre ellos ya publicaron al que obtiene el galardón en literatura. Considerado este como el máximo galardón literario mundialmente. El elegido como todos saben es a Robert Allen Zimmerman (Duluth, Minnesota, Estados Unidos, 24 de mayo de 1941), registrado al nacer como (en hebreo: שבתאי זיסל בן אברהם, Shabtai Zisl ben Avraham), conocido públicamente como Bob Dylan Cantante, compositor y poeta estadounidense.
Con una trayectoria discográfica de 54 años de carrera ininterrumpidamente.  Un artista cuya altitud poética siempre ha llegado a los niveles más excelsos de la poesía. La academia está demostrando “con hechos” que no son tan acartonados como se les había pintado y que los parámetros sobre la apreciación literaria está remitiéndose a los procedimientos editoriales de la antigua usanza. Muchos escritores y críticos se rasgan las vestiduras con dicha mención porque estaban bien acostumbrados al papel impreso. Creo que ahora podrán ver los libros en libro electrónico de otra manera.

Hace 16 años Nicanor Parra dijo que Bob Dylan merecía el Nobe


 l

En mi face book personal puse:

«Siempre fue grande y siempre lo será. Pese a los premios y a los envidiosos».

Me exprese de esa manera dirigiéndome a los innumerables post que se referían como una decisión desatinada y que el cantante “solo era cantante” y no tenía nada que ver con la literatura. Tal idea me sorprendió no solo porque venía de muchísimos conocidos míos o contactos en Facebook. Sino porque los consideraba como amantes férreos hacia la literatura, pero entre estas ópticas discrepo totalmente. La verdad que me parece sospechoso que muchos no recuerden que toda la literatura védica (una de las más antiguas) fue a través del canto y al pasar el tiempo cuando al ser humano la memoria fue disminuyendo buscaron la escritura como medio para transmitir y que perdure ciertos conocimientos. El gran poema EL RAMAYANA  que es una de las obras más importantes de la India antigua. Pertenece al subgénero literario de la epopeya, y está compuesto por 24.000 versos, divididos en 7 volúmenes que su transmisión no era la lectura sino “el canto”  o La Epopeya de Gilgamesh o el Poema de Gilgamesh es una narración Sumeria  considera según muestras del carbono 14 la más antigua en la historia del hombre.  Inicialmente fue en verso sobre las peripecias del reyGilgamesh, que constituye la obra épica más antigua conocida. Y el inicio de su transmisión era EL CANTO, y no la lectura. La escritura apareció después. Entonces cuando los pseudo críticos dicen que un cantante no merece una distinción literaria, pregunto: ¡¿de qué estamos hablando entonces cuando hablamos de literatura y sus orígenes?! Por favor, solo hay repasar algo de historia nomas.

Siendo lo más objetivo posible Son estos actos que dejan ver la identidad de las personas, ausencia por la bondad, los niveles estrictos de su parámetro y su tajante sentido por la envidia o el desconocimiento por el origen de la literatura. De esta forma se ha polarizado la opinión mientras que unos se sierran en banda para oír cualquier argumento valorativo apelan por el chiste o la burla.
Elogio a diversos amigos escritores que dan muestras por su buen gusto por el músico poeta Bob Dylan cuya altitud poética no ha sido desapercibida por grandes escritores

Sara Danius, secretaria permanente de la Academia que lo eligió. señaló: "Puede parecer así, pero si miramos para atrás, bien atrás, uno descubre a (los poetas griegos) Homero y Safo, que escribieron textos poéticos o piezas que estaban hechas para ser escuchadas, representadas, a veces acompañadas con música. Y aún hoy leemos a Homero y a Safo y los disfrutamos. Es lo mismo con Bob Dylan: puede ser leído y debe ser leído".

Dylan se relacionaba con Jack Kerouac, Neal Cassady, William Burroughs, Herbert Huncke, John Clellon Holmes o Allen Ginsberg, pero aún más importante: había vasos comunicantes. Dylan se fijaba en ellos, pero ellos veían en él al portavoz generacional, sorprendiéndose de su capacidad de captar la agitación, la desorientación, los desamparos y los ideales de aquellos convulsos sesenta. Con sus más de seis minutos de canción, rompiendo en 1965 el molde de single y reventando el concepto de radio comercial, Like a Rolling Stone conquistó el territorio de la ruptura generacional de los sesenta, más que cualquier novela, obra de teatro o película. Como dijo el poeta estadounidense David Henderson, no se trataba de una canción, sino de “una epopeya”.

Aquí algunas letras de canciones de Bob Dylan

1. Masters of War (Los maestros de la guerra) 1963
You that build the big guns
You that build the death planes
You that build all the bombs
You that hide behind walls
You that hide behind desks
I just want you to know
I can see through your masks




"Ustedes, que fabrican las grandes armas
Ustedes, que construyen los aviones de la muerte
Ustedes, que construyen todas las bombas
Ustedes, que se esconden tras los muros
Ustedes, que se esconden detrás de escritorios
Sólo quiero que sepan
Que puedo verlos a través de sus máscaras".
Rabia, angustia, ira. Todo junto y revuelto en plena guerra fría, cuando EE.UU. comenzaba a intervenir Vietnam y el año en que su presidente John F. Kennedy era asesinado a tiros.
"Nunca había escrito algo así antes", contó Dylan en una entrevista. "No canto canciones para desearle la muerte a gente, pero no pude evitarlo en esta".
Las razones por las que la Academia Sueca le concedió el premio Nobel de Literatura 2016 al músico 

Bob Dylan
2. A hard rain's a gonna fall (Dura lluvia va a caer) 1963
Bob DylanImage copyrightGETTY IMAGES
I saw a newborn baby with wild wolves all around it
I saw a highway of diamonds with nobody on it
I saw a black branch with blood that kept drippin'
I saw a room full of men with their hammers a-bleedin'
I saw a white ladder all covered with water
I saw ten thousand talkers whose tongues were all broken
I saw guns and sharp swords in the hands of young children
And it's a hard, it's a hard, it's a hard, and it's a hard
It's a hard rain's a-gonna fall.
"Vi a un recién nacido rodeado de lobos salvajes
Vi una autopista de diamantes que nadie usaba
Vi una rama negra goteando sangre fresca
Vi una habitación llena de hombres cuyos martillos sangraban
Vi una escalera blanca cubierta de agua
Vi diez mil oradores de lenguas rotas
Vi pistolas y espadas en manos de niños pequeños
Y es dura, dura, dura
Muy dura la lluvia que va a caer".

Considerada como "la mejor canción de protesta escrita por el mejor autor de protesta de todos los tiempos" por la revista especializada Rolling Stone, esta pieza de siete minutos habla de un padre que le pregunta a sus hijos qué ven y estos le describen fotografías apocalípticas.
"Cada línea es el principio de una canción en sí misma", explicó Dylan en la época de su lanzamiento (1963). Pero al escribirla no creyó tener suficiente tiempo para escribir cada una de ellas "así que las puse todas juntas en esta".

3. Like a Rolling Stone (Como una piedra que rueda) 1965
Bob DylanImage copyrightAFP
Ah you never turned around to see the frowns
On the jugglers and the clowns when they all did tricks for you
You never understood that it ain't no good
You shouldn't let other people get your kicks for you
(…)
How does it feel, ah how does it feel?
To be on your own, with no direction home
Like a complete unknown, like a rolling stone
"Nunca te diste vuelta a observar los ceños fruncidos
De los malabaristas y payasos que hacían trucos para ti
Nunca entendiste que no es bueno
Dejar que otra gente reciba los golpes que son para ti".
(…)
"¿Cómo se siente? ¿Cómo se siente?
Estar completamente solo, sin saber el camino a casa
Ser un completo desconocido, como una piedra que rueda".
Probablemente la canción más conocida del último Nobel de Literatura y considerada la mejor canción de todos los tiempos según Rolling Stone.
Lanzada en 1965 fue la que catapultó al artista a la categoría de estrella del rock luego de que los críticos consideraran su combinación de distintos elementos musicales como "revolucionaria".

4. It's alright Ma (Está todo bien, ma) 1965
Bob DylanImage copyrightAFP
That he not busy being born is busy dying
"Aquel que no está ocupado naciendo, está ocupado muriendo".
Esta canción la escribió en Woodstock, 1964. 40 años después, haciendo una retrospectiva, Dylan aseguró que ya no podía escribir canciones como esta.
"No sé cómo escribí esas canciones. Me trato de sentar y escribir algo como eso. Lo hice alguna vez y puedo hacer otras cosas ahora, pero eso ya no lo logro".

5. Chimes of Freedom (Repiques de libertad) 1964
Far between sundown's finish and midnight's broken toll
We ducked inside the doorways, thunder went crashing
As majestic bells of bolts struck shadows in the sounds
Seeming to be the chimes of freedom flashing.
"Lejos entre el fin de la puesta del sol y el fallido redoblar de la medianoche
Nos zambullimos dentro de los portales, el trueno fue a estrellarse
Como majestuosas campanas de pestillos que golpean las sombras en los sonidos
Que dan la impresión de ser repiques de libertad intermitente".
Una pareja atrapada en medio de una tormenta, entre el atardecer y la media noche es a primera vista el tema de esta canción. Pero como todo en Dylan, esta canción de 1964 no está exenta de subtexto.
Según Mike Marqusee, autor de "Chimes of Freedom: la política en el arte de Bob Dylan", el tema marca una transición entre el primer estilo de protesta del Nobel, "una letanía de los oprimidos y oprimidas, en la segunda mitad de cada verso", y su posterior estilo más libre, caracterizado por la fusión de imágenes.

6. Absolutely Sweet Mary (Absolutamente dulce María) 1966
To live outside the law you must be honest
"Hay que ser honesto para vivir fuera de la ley".
Una frase que ha dado la vuelta al mundo desde su lanzamiento en 1966 y sigue dándola. Es parte del disco "Blonde on Blonde", el cual recomendó la secretaria del comité del Nobel de Literatura para entender la poesía del autor que se adjudicó el Nobel de Literatura número 109.


jueves, 13 de octubre de 2016

Literatura y el premio novel literario de 2016

EXTRAÍDO DEL FACEBOOK de nuestro escritor peruano

Jorge Antonio Valenzuela Garcés

La canción, como una de las más altas manifestaciones de la poesía, ha llevado a Bob Dylan (Minnesota, 1941) a ganar, con justicia, el Premio Nobel de Literatura 2016. Las letras de sus canciones de protesta durante los años sesenta calaron en las conciencias de los jóvenes que luchaban contra el horror de la guerra y la discriminación.Solo escuchemos la memorable Blowing in the wind para apreciar su alta calidad humana y poética. La academia sueca se honra y nos honra a todos con este premio.

martes, 11 de octubre de 2016

¿Es Arte todo lo que se muestra como Arte?


 Por Enrico Diaz

La falta por recursos nuevos en la pintura contemporánea en lima ha hecho un discurso decadente, repetitivo y tan pobre en estilo pictórico que más sirve de elementos enteramente “decorativos”. En consecuencia, su utilidad sea para hacer juego con el color de confortables que posee la sala. De esta forma, se asume al cuadro como un elemento totalmente intrascendental y reemplazable.  La vacuidad del trabajo pictórico es notoria: sin algo en verdad qué decir. Referente a esa frase: Se remite a que todo está hecho o todo está dicho y ya no hay algo nuevo que se pueda decir, en especial cuando hablamos de pintura o escultura. Idea que discrepo totalmente por la simple razón que no todas las personas podemos sentir de la misma forma las cosas y las situaciones que envuelvan las motivaciones al ser humano.
Yo poseo una profunda fe en que un verdadero artista sea pintor o poeta (arquitecto del verbo) si puede hacer cosas diferentes y que no necesariamente tenga que unirse a rebaños cuya corriente estilística se sientan identificados. Por otra parte, estaría hablando de una desidentificación del individuo para poder dar una propuesta.  Una visión que en verdad dé un aporte a los demás. Referente al caso del parque de Miraflores en donde están situados diversos pintores, no artistas (en su mayoría) desde 1972 ante la autoridad edil del distrito de Miraflores Dr. Ernesto Aramburú Menchaca cuyo motivo principal en aquel momento fue debido al terremoto que hubo en ese mismo año en la provincia de Ancash. Como acto de solidaridad y buena fe. 

Luego pasó el tiempo y esta escena fue aprobada por el vecindario Miraflorino porque definitivamente le daba algo vistoso, como un valor agregado al parque.
El único acto de tener a unos sujetos al costado de un caballete con sus cuadros le daba una distinción. En efecto, representaba  una apuesta por la cultura y favorecía el buen ornato. Por consiguiente, al pasar los años no solo hemos visto que estos señores continuaron sino se formalizaron mediante una asociación de pintores que se han “enquistado” en dicho lugar, en donde comenzaron con 18, hoy son 5O   aproximadamente.
Su propuesta es  mantener el impacto por lo repetitivo.  La falta de originalidad, pintores que ya "no buscan arriesgarse” y que sus estilos obedecen a tendencias establecidas o aceptadas por la crítica o por críticos “del momento”. Estar frente a una obra de arte es como estar frente a otro ser humano que posea una personalidad definida,  eso también inspira sentimientos, inspiran ideas, motiva al espectador. Entonces, la ausencia de estos dones solo deja claro que las autoridades ediles miran “el buen ornato” y no la falta de excelencia o la calidad artística en sus participantes.    Invito a que reflexionen y visiten exposiciones de «artistas jóvenes» que mes a mes vienen exhibiendo sus obras en diversos centros culturales, galerías. Algunos con auspicio otros por cuenta del autor. Es  necesario ir en familia a estos lugares para poder compartir ese sentir de lo que es estar frente a una obra de arte. Estas visitas incluso deberían ser con los más pequeños de la casa. Porque ellos son los que más saben de la sensibilidad,  y entenderán perfectamente la perseverancia que tuvo ese hombre al pintar una obra, este valor se percibe de inmediato y sirve de ejemplo. 




miércoles, 28 de septiembre de 2016

Emile Cioran: Saint-John Perse o el vértigo de la plenitud (1960)








«Pero ¿qué es, oh, qué es eso que en todo, de repente, falta?» Nada más plantearse la pregunta, el poeta, aterrado tanto por la evidencia de la que surge como por el abismo al que conduce, se vuelve contra ella y entabla, para comprometerla, para destruir su insidiosa autoridad, un combate del que ignoramos los detalles y las vicisitudes, como ignoramos los secretos que esconde esta confidencia abstracta: «No existe más historia que la del alma». Negándose con repulsión a divulgar su propia historia, el poeta nos condena a adivinarla o a construirla, se oculta detrás de las declaraciones que consiente hacernos, y no desea que toquemos las «claves puras» de su exilio. Impenetrable por pudor, en absoluto propenso a las abdicaciones de la claridad, a los compromisos de la transparencia, ha multiplicado sus máscaras, y, si se ha extendido más allá de lo inmediato y de lo finito, fuera de esa inteligibilidad que es límite y consentimiento al límite, no ha sido para escoger la vaguedad, preludio poético de la vacuidad, sino para «perseguir al Ser», único medio que posee de escapar al terror de la carencia, a la percepción fulgurante de lo que «falta» en todo. Raramente dado, casi siempre conquistado, el Ser bien merece el honor de la mayúscula; en este caso, la conquista es tan patente que se diría que emana de una revelación más que de un proceso o de una lucha. De ahí la frecuencia de la sorpresa, la sensación de lo instantáneo. «Y de repente todo es para mí fuerza y presencia, donde humea todavía el tema de la nada.» «El mar mismo, como una ovación repentina...» Aparte de la interrogación abisal antes citada, se pondrá el acento en lo súbito para señalar la emergencia y la soberanía de lo positivo, la transfiguración de lo inanimado, la victoria sobre el vacío. Haber exaltado el exilio, haber sustituido en la medida de lo posible el Yo por el Extranjero y reconciliarse no obstante con el mundo, aferrarse a él, hacerse su portavoz: ésa es la paradoja de un lirismo continuamente triunfal en el que cada palabra se interesa por la cosa que traduce para revelarla, para elevarla a un orden al que no parecía destinada, al milagro de un sí jamás vencido, y englobarla en un himno a la diversidad, a la imagen tornasolada de lo Uno. Lirismo erudito y virgen, concertado y original, nacido de una ciencia de las savias, de una ebriedad sabia de los elementos, presocrática y antibíblica, que asimila a lo sagrado todo lo que es susceptible de poseer un nombre, todo aquello sobre lo que el lenguaje ‑ese verdadero salvador‑ puede tener efecto. Justificar las cosas es bautizarlas, es intentar arrancarlas de su oscuridad, de su anonimato; en la medida en que lo logra, el lirismo amará todas las cosas, hasta ese «gólgota de basura y chatarra» que es la ciudad moderna. (El recurso a la terminología cristiana, aunque sea irónico, produce un extraño efecto en una obra profundamente pagana.)

 Emanación y exégesis a la vez de un demiurgo, el Poema ‑que en la visión de Perse pertenece tanto a la cosmogonía como a la literatura‑ se elabora como un universo: engendra, enumera, compulsa los elementos y los incorpora a su naturaleza. Poema cerrado, subsistente por sí mismo y sin embargo abierto («todo un pueblo mudo se eleva en mis frases»), reacio y dominado, autónomo y dependiente, tan apegado a la expresión como a lo expresado, al tema obsesionado consigo mismo y al tema que constata, poema que es éxtasis y enumeración, absoluto e inventario. A veces, sensibles solamente a sus lados formales y olvidando que antes se sumerge en la realidad, nos tienta la idea de leerlo como si se agotara en sus prestigios sonoros y no correspondiese a nada objetivo, a nada perceptible. «Bello como el sánscrito», exclama entonces nuestro yo pasivo y hechizado que se abandona a la voluptuosidad del lenguaje como tal. Pero ese lenguaje, repitámoslo, se adhiere al objeto y refleja sus apariencias. El espacio que prefiere es ese Raum der Rühmung caro a Rilke, ese espacio de la celebración en el que lo real, nunca deficitario, tiende a un exceso de ser, en el que todo participa de lo supremo, pues nada es víctima de la maldición de lo intercambiable, origen de la negación y del cinismo.

 La existencia sólo posee legitimidad o valor si se es capaz de discernir, en el nivel mismo de lo ínfimo, la presencia de lo irremplazable. Quien no lo logra en absoluto reducirá el espectáculo del devenir a una serie de equivalencias y de simulacros, a un juego de apariencias sobre un fondo de identidad. Se creerá clarividente y lo será sin duda, pero la clarividencia que alcanzará, a fuerza de hacerle oscilar entre lo fútil y lo fúnebre, acabará hundiéndole en obsesiones infructuosas, en el abismo del sarcasmo y la complacencia en la retractación. Desesperando de no poder conferir jamás a sus amarguras confusas la densidad del veneno, y cansado además de dedicarse a la invalidación del Ser, se dirigirá hacia aquellos que, participando en la aventura del elogio, superiores a las tinieblas, exentos de la idolatría del no, se atreven a consentir en todo, dado que para ellos todo cuenta, todo es irreparablemente único. El Poema de Perse celebrará justamente la unicidad: no la del momento que pasa, surgimiento sin futuro, sino aquella en la que se pone de manifiesto la excepción eterna de cada cosa. En ese tiempo de la celebración sólo existe una dimensión: el presente ‑duración ilimitada que contiene todas las edades, instante a la vez inmemorial y actual. ¿Nos hallamos en este siglo o en los comienzos de Grecia o de China? Nada más ilegítimo que abordar con escrúpulos cronológicos una obra y un autor que afortunadamente son indemnes a ellos. Como el Poema, Perse es un contemporáneo... intemporal.

 «Estaré allí entre los primeros para la irrupción del dios nuevo.» Nosotros, sin embargo, sentimos que ha asistido ya al advenimiento y a la desaparición de los antiguos dioses y que, si espera otros, no es como un profeta, sino como un espíritu que recuerda y en el que reminiscencia y presentimiento, lejos de seguir direcciones opuestas, se encuentran y confunden. Más cerca del oráculo que del dogma (es un iniciado por la inspiración y la apariencia, por lo que podría llamarse su lado Delfos), no condesciende sin embargo a ningún culto: ¿cómo se rebajaría al dios de los demás y lo compartiría con ellos? En la medida en que idolatra las palabras, en que convierte su ficción en esencia, el poeta se forja una mitología privada, un Olimpo personal, que puebla y despuebla a voluntad, privilegio que obtiene del lenguaje, cuyo papel propio y función última es engendrar y destruir dioses.

 De la misma manera que no se inscribe en una época, el Extranjero del Poema no arraiga en ningún país. Parece recorrer no se sabe qué imperio librado a una fiesta inacabable. Los seres humanos que en él encuentra y sus costumbres le retienen sin duda, pero menos que los elementos. Hasta en los libros buscará el viento y el «pensamiento del viento», y más que el viento el mar, investido de los atributos y las prerrogativas de que ordinariamente goza la divinidad: «unidad halagada de nuevo», «claridad hecha sustancia para nosotros», «el Ser sorprendido en su esencia», «instancia luminosa». En su productividad infinita (en muchos aspectos evoca la Noche romántica), el mar será absoluto desplegado, maravilla insondable y sin embargo visible, revelación de una apariencia sin fondo. La misión del Poema consistirá en imitar su ondulación y su resplandor, sugerir como él la perfección en lo inacabado, ser o parecer también él eternidad turbulenta, coexistencia de lo pasado y de lo posible en el interior de su devenir sin sucesión, de una duración que recae interminablemente sobre sí misma.

 Ni histórica ni trágica, la visión de Perse, emancipada tanto del terror como de la nostalgia, participa del escalofrío, del estremecimiento tónico de un espíritu que ha «fundado sobre el abismo» en lugar de abandonarse a él y de cultivar allí sus angustias. Ningún gusto por el pánico en Perse, sino el éxtasis triunfando sobre la vacuidad, la sensualidad sobre el espanto. De su universo (en el que la carne recibe un estatuto metafísico) el mal está proscrito, como por otra parte el bien, pues en él la existencia encuentra su justificación en sí misma. ¿La encuentra verdaderamente? Cuando el poeta lo duda y cuando sabe que no podrá alcanzar el fondo del Ser, como tampoco del mar, se vuelve hacia el lenguaje con el propósito de estudiar sus «grandes erosiones», de explorar sus profundidades, sus «viejas capas». Acabada la inmersión, surge de nuevo para proferir, siguiendo el ejemplo de las olas, «una sola y larga frase sin cesura, para siempre ininteligible».

 Si un sentido unívoco se identifica con una obra, ésta se halla condenada sin remedio; desprovista de ese halo de indeterminación y de ambigüedad que halaga a los glosadores y los multiplica, sucumbe a las miserias de la claridad y, al dejar de desconcertar, se expone al deshonor reservado a las evidencias. Si quiere ahorrarse la humillación de ser comprendida, deberá, dosificando lo irrecusable y lo oscuro, esmerándose en el equívoco, suscitar interpretaciones divergentes y fervores perplejos ‑índices de vitalidad, garantías de duración. La obra estará perdida por poco que permita a los comentadores saber en qué nivel de la realidad se sitúa y qué mundo refleja. El autor, no menos que ella, debe disimular su identidad, revelar de sí mismo todo salvo lo esencial, perseverar en su magia y en su soledad, soberano esclavo de sus palabras, deslumbrado por ellas. Hasta un Perse, tan visiblemente dueño de las suyas, nos da la impresión de que soporta su despotismo, de que, fascinado por ellas, las equipara a los elementos e incluso al elemento mismo, cuyas órdenes y caprichos no podrá eludir.

 Pero a esta impresión la corrige otra opuesta e igualmente legítima: cuanto más lo leemos, más discernimos en él la dimensión de un legislador, impaciente por codificar lo vago y lo impalpable, por llamar al orden a las palabras..., por sacarlas de su anarquía o elevarlas de su torpor para enviarlas en nuestro auxilio, cargadas de verdades saludables y vivificantes. Al contrario que un Valéry o un Eliot (Miércoles de ceniza es el antípoda exacto del mundo de Perse), evitará insistir en la «pureza del No‑ser» o en «la gloria débil de la hora positiva» y cuando evoque la muerte será para denunciar su «énfasis inmenso» y no para explotar su fascinación. Poeta por connivencia, por afinidad con los seres y las cosas, no deplora ni condena esa ruptura original que los arrastró fuera de la unidad en una procesión, en absoluto nefasta según él, sino por el contrario afortunada, puesto que provocó ese desfile de lo múltiple, de lo patente y de lo extraño cuya relación exhaustiva emprenderá. Todo lo que se ve merece la pena ser visto, todo lo que existe existe irremediablemente, parece decirnos mientras que en trance, en el vértigo de la plenitud, con un apetito orgiástico de realidad, se dedica a colmar y dar consistencia al vacío, sin infligirle esa plaga de la opacidad y de la gravitación que desacredita a la materia.

 Hay poetas a quienes pedimos que nos ayuden a decaer, que fomenten nuestros sarcasmos, que agraven nuestros vicios o nuestros estupores. Son irresistibles, maravillosamente debilitadores... Hay otros más difíciles de abordar porque contradicen nuestras amarguras y nuestras obsesiones. Mediadores en el conflicto que nos opone al mundo, nos invitan a la aceptación, al esfuerzo sobre uno mismo. Cuando estamos hartos de nosotros mismos y aún más de nuestros gritos, cuando esa manía de protestar y reivindicar eminentemente moderna, llega a adquirir en nosotros la gravedad del pecado, ¡qué consuelo encontrar un espíritu que jamás sucumbe a ella, que retrocede ante la vulgaridad de la rebeldía como un hombre de la antigüedad, de la antigüedad heroica y de la antigüedad crepuscular, semejante a un Píndaro y también al Marco Aurelio que exclama: «Todo lo que me traen las horas es para mí un fruto sabroso, oh Naturaleza». Hay en Perse una nota de sabiduría lírica, una magnífica letanía del consentimiento, una apoteosis de la necesidad y de la expresión, del destino y del verbo, al igual que, sin el menor acento cristiano, un aspecto visionario. «Y la estrella apátrida avanza en las alturas del siglo verde»: ¿no se creería estar leyendo un versículo de una variante serena del Apocalipsis? Si el universo desapareciese, nada se perdería, puesto que, en suma, el lenguaje lo reemplazaría. Si una palabra, una simple palabra sobreviviese a un cataclismo general, ella sola desafiaría a la nada. Esa nos parece ser la conclusión que el Poema implica y exige.



En Ejercicios de admiración y otros textos 
Trad.: Rafael Panizo 
Barcelona, Tusquets editores, 1992.
Foto ©Editionsdelherneok


sábado, 24 de septiembre de 2016

La función del poeta y la poesía en la sociedad



Por: Antonio Acevedo Linares


El poeta es un trabajador de la cultura, un hombre o una mujer que ha hecho del ejercicio de escribir poesía, su proyecto de vida, su pasión, su vocación, su enamoramiento, su vicio, su estigma o su arma de lucha y de comunicación. La poesía es la continuación de la guerra por otros medios porque la poesía es también un arma por la liberación total del hombre y de los pueblos. El poeta es un ser con sensibilidad social que hace de la poesía su instrumento de convocatoria, de canto y de exaltación de las cosas más puras y bellas del ser humano, comprometido con la palabra y con su visión poética de la vida, porque el poeta vive la vida poéticamente y es un enamorado del lenguaje y sus metáforas. 

El poeta no es el loco de la sociedad, ni el bohemio ni el truhán ni el maldito, en esa visión caduca del poeta, sino el trabajador de la cultura, el intelectual que escribe y piensa y vive la poesía y reflexiona sobre la sociedad de su tiempo, aunque locos y suicidas y bohemios haya tenido la poesía. El poeta no es un romántico sino un antiromántico, porque esa visión idílica del poeta no existe en estos tiempos de la modernidad, es un ser desarraigado que muchas veces ha hecho de la marginalidad su ética de vida, porque no es un bufón de la corte, ni un adicto del poder, a lo sumo el único poder que le interesa a los poetas, es el ejercicio del poder de la palabra.

La poesía le nace de las entrañas de su espíritu y de su intelecto o de la tierra o la sociedad en la que vive y sueña, pero el poeta no es un soñador a la manera del que sueña sin los pies en la tierra, el poeta es un soñador a la manera del que sueña imposibles y cree en las utopías. Cuando el ejercicio de escribir o leer poesía sea reconocido y respetado en la sociedad, todos los hombres y mujeres serán poetas, o al menos todos los hombres y mujeres se acercarán a la poesía como a un canto litúrgico en una iglesia. La función de los poetas y de la poesía en la sociedad es la de sensibilizar y hacer de los seres humanos, seres más humanos y sensibles frente al mundo injusto y cruel que nos ha tocado vivir. Tal vez el poder de la poesía contribuya algún día a ese propósito y la poesía ya no sea expulsada de la República como en la época de Platón, sino que haga parte del ejercicio del poder de sus gobernantes.

En el canto de los poetas se reconoce el espíritu de un pueblo o de una sociedad y aunque nos hemos acostumbrado a ver la poesía solo consignada en los libros, seria divino y maravilloso ver la poesía escrita en los muros de la ciudad, en los árboles, como los enamorados dibujan corazones atravesados por una flecha, en los periódicos, en las vallas publicitarias, en el cielo con o sin estrellas, en las señales de tránsito, en los semáforos, en las ventanas de los edificios, en todo lugar público donde la poesía se haga visible para recordarnos que la poesía y los poetas existen. Una ciudad sin poesía es la anticiudad escribió Rogelio Salmona. El día que el hombre recupere su sensibilidad perdida podrá ver la poesía en las cosas más insólitas o naturales como intenta la poesía hacerlas ver, visibilizarlas.


Poesía


Poesía

perdóname por

haberte ayudado

a comprender

que no estás hecha

sólo de palabras 1

y perdóname por haberte

ayudado a comprender

que también estás en la calle

al pie de las bronceadas

estatuas por la lluvia y el sol

en la luna llena que posee

como un demonio a los gatos

y los poetas, en un río dulcemente

inerme como el follaje en los

patios en verano, en la lluvia

que acodado en la ventana miras

mientras desnuda una mujer fuma

en el lecho, en una calle olorosa

del mercado de frutas, hierbas

y pescado, en los árboles que bajo

su sombra se besan eternos y amorosos 

los amantes y arrecia el viento

como la tarde sobre los tejados

de la ciudad tórrida, en la noche

bohemia de vino, dulzura y música

en la página blanca abierta

como muslos y, a veces

también en el poema. 

1. Roque Daltón.



El poeta es un ser de lavar y planchar y no un arribista del lenguaje o la imagen, aunque muchos se confundan a veces y proyecten esa imagen, los egos individuales a veces distorsionan la obra del poeta y se pierden en la verdadera función social que deben realizar o su propia poesía se vuelve tan oscura o hermética que no los entiende nadie o su lenguaje es tan vacío y sin estética que no cumplen con comunicar el mundo que intentan poetizar o elaboran una manera muy burda de comunicarlo. Al poeta por su obra lo reconoceréis, y lo reconocerá la sociedad, si no la de su tiempo, porque no la ha comprendido o por mezquindad, si la de otros tiempos y sociedad porque como ya es un aforismo, nadie es poeta en su tierra.


Gajes del oficio




A veces, poeta

mientras vivas serás

un oscuro bardo solitario

acaso debes morir

para que se ilumine tu obra

o huir de tu ciudad o país

como un emigrante clandestino

nadie es poeta en su tierra

y como Prometeo robarás

el fuego que arde en la palabra

y te creerán un hombre llegado

con la lluvia o un romántico

que escribe poesía como las guitarras

nocturnas junto a la ventana

y que los poetas son una plaga inofensiva

que se dan en los cafés a beber

el corazón de la noche

que la poesía, te dirán, es un

oficio de lunáticos, acaso te robas

el corazón de las mujeres

y te quieren más los amigos.

A veces, poeta

la poesía es

un riesgo de la vida.



El poeta debe intentar escribir poesía, y no hacer política, la política es para los políticos, (aunque a veces se hace necesario que los poetas incursionen en la política para hacer efectiva la gestión y la administración de la cultura y no se quede en manos solo de los políticos) como la poesía es para los poetas, (aunque a veces la poesía está en donde menos se imaginan o la escriben las cosas más inverosímiles). Los que desean hacer política con la poesía corren el riesgo de escribir rojos panfletos sin poesía y es mejor que funden un partido y transformen la sociedad con las masas alzados en victoria. Los que desean hacer poesía que hagan de la palabra su arma pero para la reivindicación de la ternura y la belleza estética de las cosas más cotidianas del hombre como el amor o el deseo, la vida, la muerte o el tiempo. La poesía no cambia el mundo pero puede transformar a los hombres como la política puede transformar la sociedad para que cambie el hombre y la poesía sea su alimento como su pan diario sobre la mesa.

El Partido del Diablo, es el partido de los auténticos poetas, según el visionario Willian Blake, esto es, el partido de aquellos que asumen el ejercicio de la poesía como un acto de provocación e insurrección, de insolencia y desacato al imperio de la tontería humana, presente en todas las épocas y países, escribió el poeta Raúl Henao (El Partido del Diablo, Editorial Lealon, Medellín, 1989) “Porque pertenecer al partido del diablo, dice el poeta, significa para un poeta latinoamericano, en la noche oscura de nuestra cultura, verse confinado al exilio, a la marginalidad, a la locura, al ostracismo, en el propio país. Defender contra viento y marea el resto de libertad personal que le queda, el poco de originalidad y creatividad. Marchar a descubierto en medio del vendaval del oportunismo, arribismo, servilismo que caracteriza a la generalidad de los intelectuales al momento presente

El poeta no puede dormirse en los laureles, debe amanecer a trabajar la palabra como una herramienta con la que cincela, con el fuego la aleación de la palabra y que como una mariposa revolotea sobre su cabeza atribulada. Los que se duermen en sus laureles no alcanzarán el reino de la poesía en donde vivirán eternamente bajo el cielo que cubre sus palabras, en la tierra donde vivirán en la paz de la poesía que los consagra a la vida eterna como el mensajero de los dioses y de la tribu.



En la sociedad contemporánea

El poeta es un solitario

definitivamente

un lobo estepario

la poesía es su dulce condena

padece la ternura como

una enfermedad incurable

y ama la palabra como

a una hembra que desnuda entre la hierba

pero no es un romántico

degollado bajo la luna 

ni un bohemio ebrio por los lupanares

ni un inspirado con los crepúsculos

a lo sumo un discreto empleado

de un banco o universidad pública

la poesía no es un oficio

para enamorar muchachas

con rojos corazones atravesados

por una flecha

ni el poeta un soñador

la lucidez es su paranoia

no es eso que tú piensas

ni distinto ni superior

ni un pequeño dios como diría Huidobro

acaso un pequeño desadaptado

que no hace parte del rebaño

y por la poesía pone

el corazón en el fuego

el poeta es una metáfora

de sí mismo.

La poesía es la ternura

de todas las cosas.


El poeta atesora las palabras más puras para escribir su poesía, porque quiere revelar el mundo y las cosas que pasan inadvertidas a los ojos del común de las gentes, y en la revelación de la belleza de las cosas encontrarse a sí mismo en su propia voz mágica que lo identifica y le hace justificar su existencia. El poeta se hace mediante el lenguaje que lo realiza como artista. Las palabras son su instrumento más sagrado para la creación de su poética que muchas veces las hace transgredir en su sintaxis, metáforas e imágenes para darnos el sentido más exacto y justo de lo que nos quiere revelar. Los más lucidos poetas en la historia de la literatura transgredieron el lenguaje o hicieron poesía con las palabras más simples y cotidianas y sentaron la belleza sobre sus rodillas como dijera Rimbaud.

No se justifica un mundo o una sociedad sin poetas y sin poesía porque la poesía es la revelación de lo que es un hombre o una sociedad, que nos desnuda su corazón de la manera más apasionada, transparente y total. La poesía es una entrega total como debe ser el amor verdadero y por el que a veces le apostamos sin restricciones cuando se ama irreductiblemente y por el que aún cantan y escriben los poetas.