Intentos órficos para las letras y las bellas artes

Intentos órficos para las letras y las bellas artes

martes, 28 de mayo de 2024

Juguemos a los siempre y a los nunca ¿oki?

 

Nunca serás criticado por alguien que hace grandes cosas,

 siempre serás criticado por alguien que hace menos cosas que tú. 


                                                                                                                            ojo

jueves, 23 de mayo de 2024

23 de Mayo

En la madrugada del día de hoy, tuve un sueño que jamás había tenido anteriormente, hay algunas cosas que se pueden contar y otras que no se pueden decir.Casualmente las cosas que se pueden decir es la parte que jamás había soñado antes en mi vida. Así que para los que siguen este blogg comparto esta experiencia.

Me encontraba en compañía de unas personas que recién había conocido y mientras que ellos se ponían a conversar y yo cada vez me alejaba de ellos, ahí ensimismado en mi silencio saqué  de un bolso unas cartulinas y me puse a pintar.

Soñé que estaba pintando !!Recuerdo claramente los colores , el óleo, el acrílico , todo al detalle y ellos me pedían que querían pintar conmigo así que les invite  la pintura como si se tratara de bocaditos , así como los niños te piden canchita popp corn, así ponían sus manos y yo les daba esas sustancias gelatinosas sobre sus manos que eran mis pinturas.Para mi es un sueño raro, pero me dejó cierta gratitud que en este instante no puedo definir.

Soñé que estaba pintando !!!


Redactado desde mi cel. Saludos 

viernes, 17 de mayo de 2024

domingo, 12 de mayo de 2024

Cuento: EL CANTO DE LAS TORTUGAS. Autor: Enrico Diaz Bernuy


Frases clave: perder el gusto al show/ el paso desapercibido te abre caminos.crítica social, crítica cultural A más bohemia más apoyo por los colegas/ alguien puede vivir de las opiniones. En el mundo de la exhibición / ya no importa si escribes un libro ya no importa si piensas algo importante ahora te llaman poeta sin haber publicado nada. Hablar de espiritualidad es insano para los materialistas, los superficiales. Añadir a la idea anterior que ocurre lo siguiente: la gente se aburre de todo, todo. El espíritu mercantil moldea la edición literaria y la esencia del espíritu de estos tiempos es el show. (lo que vende es la pose, el alter ego, caretas) que son vivo reflejo de una sociedad enferma, herida  o sin escrúpulos,  así es el Perú


&

El canto de las tortugas

 

 El dolor se dice por un grito o por el silencio

Pizarnick

En un tranquilo bosque rodeado de  turbias praderas con colores verdes opacos, vivían dos tortugas llamadas Rodo y Bolo. Eran amigos desde que tenían memoria, pero el tiempo y las distancias los habían separado. Distancias que fueron formadas por una suerte de creencias familiares, complejos y distintas escalas de valores o de moral.  Actos inmateriales pero que obran en gran medida en las relaciones sociales. Lo crucial entre ellos es que se conocieron al borde del río Marañón , por   la primera quebrada donde crecían unas flores diminutas de color gris con blanco.

Entonces luego de los años y de la distancia entre ellos en una tarde soleada, mientras Rodo exploraba el bosque, se topó con una tortuga familiar: ¡era Bolo! La emoción de su reencuentro fue inmensa, y entre abrazos y risas decidieron emprender una aventura juntos como si en un acto de revelación sentían ambos con mucha determinación que el azar había jugado en buena forma para  su encuentro pero con un  fin determinado, y de eso no tenían dudas.

Ambos compartieron historias de sus vidas durante su caminata. Rodo le contó sobre su trabajo como jardinero, y su afán por la literatura mientras que Bolo habló sobre su experiencia como cuidador de un estanque de nenúfares y sus sueños de ser un gimnasta olímpico.

Pero lo más sorprendente fue cuando Bolo  mencionó una de sus fantasías que es la de subir a un árbol.


—¿Subir a un árbol? —exclamó Rodo sorprendido—. ¡Eso suena inaudito para una tortuga como nosotros!

Sin embargo, la idea capturó la imaginación de Rodo, y ambos se dirigieron hacia el árbol más alto que pudieron encontrar. Con esfuerzo y determinación, escalaban cada rama, apoyándose mutuamente en cada paso del camino. Rodo al aceptar de inmediato aquella idea era porque tamaña aventura de alguna u otra forma le daría motivos para escribir algo, y los temas profundos para la escritura no abundan. Rodo tuvo el presentimiento que seguir los sueños de su amigo,  que en cierta medida a su óptica interpretaba  cierta implicancia de alguna autonomía individual. 

Entonces mientras ascendían, compartieron sus pensamientos más profundos sobre el amor y el trabajo. Tácticas  a ciertos intentos a conocer algo sobre la vida o sobre  ellos mismos. Pero las anécdotas de Rodo siempre terminaban pintándolo de cuerpo entero como muy listo, muy criollo, esos que los amigos son lo que siempre le sobra.

Fue ahí cuando Bolo sin guardarse nada y apelando a su ingenua sinceridad le dijo:

“Si vas a  contar la historia será mejor que cuentes la verdad, de lo contrario quedará en tus versiones como temas  inacabados, y eso revela de alguna manera como una especie de   respaldo la existencia de una necesidad imperiosa de “crear”  una verdad inventada que propicie en alguna forma tu  subsistencia.

Probablemente la verdad como tal, no favorezca tu ego.  La verdad inventada que en tu caso “es prácticamente un hecho” también refleja un recurso para sustentar tu actividad. Por otro lado,  eso refleja y ya está bastante demostrado que las “verdades inventadas” son meros mecanismo para la propia subsistencia, sea  social, subsistencia económica, subsistencia laboral etc. Incluso todos sabemos que se puede sobrevivir a grandes catástrofes bastante traumáticas  únicamente  inventando verdades. Pero al final del día te miras al espejo   y ves en lo que te has convertido, te aceptas sonríes ( pero sin mirarte al espejo) y ya no quieres recordar tu niñez.” 

Rodo le respondió:  no entiendo porque tienes tanta dureza en tus palabras, no sé en qué momento te has vuelto en alguien tan estricto.

Yo no te recordaba así. —Exclamó.  Tú y yo éramos amigos y ahora te escucho con enorme atención para entender que ya no sé en qué quedó aquella vieja amistad. En donde tu calidez te diferenciaba de todas las demás tortugas. Ahora reflejas cierta perspicacia y severidad, nada más.

 En esos momentos ellos ya estaban cerca al árbol que Bolo había elegido  trepar. Y sin que eso interrumpa la conversación Bolo le dijo: Te voy a contar una historia en donde podrás ver que yo no poseo 500 amigos como tú crees. Espero que con esta historia veas y vayas mas allá por qué soy así.

Todo comenzó con un sentimiento de lástima que experimenté, en cómo una historia más de talento perdido, “talento desperdiciado” se iba poco a poco por las quebradas de un  río.

Por donde se empolvan la nariz con esos polvos blancos que lo único que hacen es  ennegrecerte.   Del joven que te hablo  ya no era tan joven como él creía sentirse, probablemente cargaba sobre su ego los mismos fracasos que cualquiera de nosotros podemos poseer: fracaso con su madre, fracaso con su mujer, fracaso con su barrio, fracaso con su trabajo y la lista puede continuar. Pero no todos enfrentamos el fracaso de la misma forma. Además quiero dejar claro que no deseo satanizar ni encumbrar al fracaso como algunos quisieran. Todos sabemos que hasta del fracaso se pueden hacer un culto,(la pose) y un negocio incluso, por lo tanto sería menester el cuestionamiento.  Ahorita lo único que hago es hablar sobre mi dolor, en que una parte de mi corazón se rompía porque estaba completamente seguro que yo no podría rescatar a ese joven músico que incluso alma de poeta tenía. En suma, era un artista pero ni él mismo lo valoraba, ni se daba su lugar. 

—Rodo le dijo: ¿y que más pasó con esa joven tortuga?

—Bolo respondió:

Luego de presenciar ese escenario a mí me entraba una depresión mortal, una tristeza que por lo menos me duraba cuatro días en los que no quería leer, mucho menos escribir. A veces me salvaba un poco pintar para salir de ese naufragio silente.  Recurrir a los programas cómicos se vislumbraba como una opción cada vez más próxima, encontraba en esos espacios un lado que no había en mí. Pero luego que experimentaba este tipo de sentimientos  llegaba a la misma pregunta:

—¿Cómo es que sus amigos más cercanos,  no hacen nada por él?

O también   me decía que si estaban todos ahí es porque todos llevaban a cabo el mismo o similares consumos, aunque ellos carecían de la descarada imprudencia de drogarse frente a mí." No creo que sea por respeto, simplemente temen que algún día vaya a decir algunas palabras sobre ellos, creo que en ese sentido era algo amenazante mi presencia.

Saben que a mí nadie me amedrenta. Entonces la complicidad era algo que delataba la realidad del grupo porque al fin y al cabo ellos eran una cofradía.  Un club de toxicómanos en búsqueda de la liberación en que buscaban en el arte una vía para purificarse, (probablemente) algo que los hacía “sentir grandes”, (probablemente).

Grandes en el sentido de alcanzar algún tipo de grandeza social, porque en el fondo todos buscaban alguna nota en el periódico o tv. Por otro lado, delataba en cierto aspecto un rasgo completamente antiartístico.  O de pronto yo no estaba tan adecuado a estos tiempos y cómo funcionan las cosas.

Pero los años pasan y por más infantil que se crean empiezan a procrear, empiezan en abandonar mujeres, o abandonar hombres etc. La palabra abandono empieza a tomar un papel a nivel de nudo gordiano.

Yo quería visitarlos pero ya en forma repetida había experimentado esas secuelas de mi sutil depresión, esa tristeza como una tormenta oculta que nadie sabía, ni a mi pareja se lo contaba.  La peor de las depresiones es aquella que pasa desapercibida por todos. Y yo me había vuelto un experto  ocultando esta clase de  desolaciones y me había adecuado como quien te acostumbras a algo que en el fondo sientes que no te hace nada, —pero si te hiere—.

Yo no podría contarle este tipo de cosas a mi pareja. Ella parecía  vidente, casi siempre sabía todo lo que vaya a ocurrir por lo tanto, en ese aspecto era enojona  conmigo. Además yo no podría contarle nada porque era muy difícil encontrar las palabras para describirle cuanto dolor me causaba.

También sentí que ella lo sabía todo, solo que jamás me prohibía algo, tenía mucha madurez en ese sentido.  Quizás debido a que  me de tanta libertad (o confianza) lograba con eso es que yo jamás la abandone.

Entonces mientras que contemplaba cómo se drogan mis amigos o a los que yo estimaba como amigos. Era un dolor de mierda, que ni con todo lo que he leído podría convencerlos, es que yo no soy terapeuta ni mucho menos predicador.

Y lo primero que se me viene a la mente es haber experimentado una inhabilidad para resolver sus conflictos existenciales que los llevaban a tales decisiones o mejor dicho,  tales adicciones. Después entendí que el destino undergraund en la mayoría de los casos por no decir en todos, es morir en su ley como el gran Marcos L. Lo diré de  nuevo, no pude hacer nada por ellos. Recuerdo que una vez a uno de ellos les hablé un poco sobre los upanishad, él miraba al vacío y no paraba de hacer sus cosas… Inmediatamente tragué mi saliva como si fuera una medicina y sentí que mi propia saliva era más amarga que un veneno.

Era como si estuviera absorbiendo lo que él vivía de alguna u otra forma a nivel psíquico y me sentí manufacturado para el suicidio, gracias a Dios todas estas horrendas sensaciones luego se me pasaban. Solo deseaba tomar una copa más, era en esos momentos donde necesité alcohol para bajar ese amargor de mi saliva,  y que la bebida espirituosa propague un poco de frescor a mi boca, la purifique.


Así ocurrió aquella escena que apenas puedo relatar 
y ahora que lo digo todo, con gran dolor y nostalgia y sobre todo; culpas. Siempre los quise y quizás ellos siempre lo supieron, no lo sé. 

Rodo respondió:

—Sin lugar a dudas me has dejado con una sensible historia digna para desarrollarla en algún texto literario pero también me traes a la memoria cierta experiencia similar  que tuve. Claro que en tu caso, tú no soportaste tales escenarios. En mi caso prefiero no entrar en tantos detalles, pero si me gustaría ir de frente  a mi conclusión: Si alguien me recuerde que sea por las obras que escribí, o los cuadros que pinté y no por haber pertenecido a  algún colectivo literario que de ninguno puedo sentir alguna satisfacción. Porque encontré la hipocresía y competencia, pero no cualquier competencia, sino competencia desleal y ese sentimiento derogó cualquier esperanza en que la amistad se renueve o madure. Simplemente la ruta definía en una situación donde habían diferencias irreconciliables. Así que distancias a parte los hechos eran los hechos, y yo ya no era el mismo de antes.  

Recuerdo cuando idealizaba aquellas viejas fotografías donde salían los grandes autores juntos como si fueran partidarios de algún tipo de asociación, como si toda esa escena fuera hermandad. Dali, Bretón, Eluard etc. Crecí con esa imagen mejor dicho, con esa creencia en la que creía “que quizás era la vida” que verdaderamente anhelaba, pero ya veo que con el tiempo y sus premisas me dejaron el sabor de cuestionarme que en verdad la vida sea liberarme de la vida misma.  De la vida tal como la conocemos, —la tragedia como fin—. Será que estamos aquí no solo para alcanzar este árbol del que anhelas, ¿como si fuera un diploma? ¿es eso la vida? ¿es eso de lo que queremos alcanzar o es eso de lo que queremos liberarnos? Pues llegar a estas preguntas sobre los hipócritas, sobre los competidores, los envidiosos. Siento que me volví peor que todos por eso mantenerse al margen. A la distancia es quizás la alternativa más sana ante uno mismo en enfrentar esta clase de voces, no sé cuanto tiempo me tomará volverme como era antes, a como jamás debí cambiar, quizás sea esto parte de mi evolución y quizás ellos vivan lo que necesitaban experimentar, al fin y al cabo en esta vida nada es permanente y los bits (unidades binarias ) navegan en maya siempre para las constantes trasformación de nuestro Ser de acuerdo a lo que hagamos… Así que por el momento tengo bastante trabajo en rescatarme a mí mismo retornando a cómo antes fui.

‹‹Parece que Rodo y Bolo  se habían olvidado por completo que habían llegado al árbol y que al tenerlo frente a ellos no paraban de hablar sus conquistas o sutilmente el orden fenoménico de sus incapacidades o sus decepciones o anhelos… En mi caso siempre lo consideré como una eficiente práctica para perder el tiempo, “entrar en debates” que no tienen ninguna trascendencia para mi presente o futuro. Y quizás ellos pensaban lo mismo, porque jamás  percibí en Rodo o Bolo algún intento de cuestionar al otro. Simplemente era una exposición de ideas no era imposición de ideas. Sin duda imponer ideas tiene que ver con el mal gusto e influencias familiares. También luego de recordar a Rodo y Bolo entendí que hay cosas que son partes de ciertos capítulos en tu vida así como en un libro, así tal cual. Y pues uno debe escribir mirando hacia adelante, hacia las circunstancias presentes o escenarios futuros y no en “dimes y diretes” sobre un momento que existieron ciertos valores. Entonces para cerrar el tema de las formas eficientes para perder el tiempo o perder energía en temas sin trascendencia. Quizás me había hecho acreedor de cierta tecnología para sobrevivir a tales escenarios o tales personajes, pero pensándolo bien toda tecnología jamás es neutral ni tampoco posee ética››.

Tortugas Trepadoras !!


Rodo y Bolo concluyeron su conversación, quedando frente al imponente tronco del majestuoso árbol. Luego con unos sonidos guturales que Rodo inició surgió una bella melodía, llena de arpegios suaves y fluidos en unas notas que creaban y generaban una sensación de ligereza y delicadeza. Y así uno escaló tras el otro y cuando llegaron a la rama más alta, ambos miraron el horizonte y ambos ya entonaban la misma canción. Pero luego quedaron callados al ver que se incendiaba la pradera donde estaba toda la comunidad de tortugas y otros animales. Ellos al ver que ya no podían bajar de esa altura quedaron inmóviles en absoluto silencio.

 

 

Enrico Diaz Bernuy

miércoles, 1 de mayo de 2024

jueves, 25 de abril de 2024

Cuento: ¿Estatuas de parque? | Enrico Diaz Bernuy | Cuentos Cortos

 

¿ Estatuas de parque ?

En una ciudad donde la vida nocturna estaba penada, una ciudad oscura y poco luminosa sostenía el diseño de tener a su población (modo ganado) en una condición de represión, como si se tratase de un régimen nazi. Y en esas circunstancias existían ciertos círculos ocultos en las inmediaciones de la nocturnidad, justo cuando todos los medios de transporte público habían culminado su función. Entonces entre lo prohibido y los noctámbulos, una señorita llamada Janeth logró consagrarse como una enigmática bailarina de un club del cual muchos sabían de su existencia, pero del que nadie hablaba.

Ella cautivaba a todos con su sensualidad fuera de este mundo. A pesar de que su apariencia era una especie de mutación genética que la hacía parecer de otra especie o planeta. En cada movimiento de su cuerpo, despertaba los más profundos anhelos eróticos en quienes la observaban. Aunque tenía senos diminutos, las contorsiones que hacía con sus piernas la hacían lucir con una movilidad en su trasero que atraía todas las miradas. Así desataba un torbellino de deseos en aquella audiencia.

Janeth, con sus ojos alargados más grandes que las hojas de coca y labios pequeños similares a la flor del níspero. De alguna forma, los teléfonos móviles que se encontraban cerca de ella sufrían desperfectos en la pantalla que duraban ciertos minutos, luego pasaba y volvían a la normalidad. Era como si una tormenta electromagnética pasara sobre los asistentes y los aparatos celulares asumían el hecho. Entonces, esto generó la leyenda urbana de que la bailarina más cotizada provenía de otro mundo, aunque nadie se imaginaba de qué lugar. Solo entendían que se trataba de un lugar lejano.

Pero llegó un día en que me atreví a seguirla y pude ver a una señorita que la esperaba siempre al borde de un río cerca del puente Trujillo. Fue ahí donde, apenas la vi, me sentí intrigado por aquella señorita de rasgos indígenas, contextura atlética y movimientos corporales que reflejaban cierto espíritu enérgico. Quise acercarme  pero si las sorprendía a ambas, iría a causar la sensación de que las estaba acechando  además, estábamos en unos tiempos donde todos estábamos a la defensiva y las mujeres aún más. Si las miras mucho creen que las quieres violar.

Cuando estaba de regreso a mi departamento, se me ocurrió no volver al club donde se presentaba la bailarina, sino ir directamente a aquel lugar donde la señorita esperaba a la bailarina, al costado del río. Pero creí que debía alejarme, a ver si se me pasa o como si esperara que ocurra algo. Pero en mi vida no ocurrió nada.

Así que luego de un par semanas me animé e ir  el viernes, aunque medio que me entró la duda porque ese día era feriado.

Entonces el viernes era el día elegido, el día predestinado  ese tipo de eventos donde las prostitutas y las bailarinas se mezclaban en aquel ambiente nocturno. Un lugar donde los músicos ambulantes, los vendedores de cuadros de la vía pública  y algún que otro poeta se mezclaban en una vorágine de  pasiones astrosas  y etc…. Cuando llegué al río, a la misma hora aproximada, no encontré a la amiga de la bailarina, ni mucho menos a la bailarina. Estuve cerca de dos horas esperando. ¿Habré fallado en el cálculo referente al horario? no lo sé…

Hice el mismo intento la siguiente semana y con el mismo resultado. Entonces, decidí hacer otra cosa para ver qué pasaba.

Se me ocurrió ir al club, retornar a mis viejos tiempos;  sí, visitar al cantinero a los colegas con los que al menos por una noche nos dábamos un abrazo de afecto y entrar en las mismas conversaciones inacabadas. Mientras pensaba en todas estas cosas, vi que la puerta principal había sido modificada. Le habían puesto una aldaba que pertenecía a cierto estilo victoriano y estaba en tan  mal estado que reflejaba que había pasado una catástrofe o que simplemente había pasado muchísimos años  en aquel inmueble cerca del puente Trujillo.

Una vez que estuve ahí, no se me ocurrió tocar la puerta o buscar un timbre, simplemente estaba en tan mal estado que se trataba de un inmueble abandonado. Así que intenté mover la puerta a un lado para poder entrar y cuando entré,  sin duda se trataba de un inmueble en completo estado de abandono desde hacía muchísimas décadas. Telas de araña por doquier, polvo petrificado por todas partes y un silencio como si entrara a otro mundo; uno que yo no conocía.  

Luego de esa impresión, a los pocos minutos empecé a sentirme descompensado hasta el punto de que solo buscaba el inodoro, como si una diarrea y un cólico me estuvieran atacando de una forma que hasta ardor sentía en el vientre.  Era como unas náuseas que me arremetieron para ponerme en un estado en el que caminaba con mucha dificultad. Creo que era una sensación similar a la del pánico pero adolorido en el abdomen.

Caminando así con esa sensación dentro del recinto, como si esa sorpresa me estuviera enfermando de algo y lo único que necesitaba era ir al baño. Por fin encontré una pequeña puerta que parecía conducir al baño y fue ahí cuando sentí un mareo intenso,  luego todo se volvió de color gris claro, como si estuviera envuelto en una niebla que envolvía mi mente con la finalidad de tenerme inmovilizado. Después de un tiempo indeterminado, me levanté del suelo y escuché un zumbido en el oído derecho, luego los sonidos del bar como si estuviera ocupado con muchas personas. Empecé a percibirlos. Me parecía raro porque bien claro vi que el lugar donde me encontraba era un sitio completamente abandonado;  derruido. Intenté apoyarme en una pared, ya todos los síntomas antes mencionados habían desaparecido y descubrí una manija oculta. La jalé y salió una puerta oculta al costado del inodoro, como una pequeña escotilla  y de forma espontánea, sin pensarlo mucho, ya me encontraba hincado en el suelo, espiando por esas ranuras.

Me pareció increíble encontrar un pasaje secreto. Mi corazón latía con fuerza y una paranoia me invadía sin tener claro si alguien podría verme a través de esa puerta oculta. Cuando entré me encontré en un pasaje escondido con el suelo de tierra  con pequeñas piedritas que parecían dientes desperdigados de alguna especie desconocida.  Las paredes cubiertas de una ligera escarcha plateada de formas redondeadas, apariencia magmática formadas por el enfriamiento del magma. Había protuberancias surgiendo de esas mismas paredes como clítoris brillantes de tantas dilataciones.

Me preguntaba si era una mina abandonada y si los mitos sobre que hace muchos años atrás habían surgido en esas tierras yacimientos mineros, de los cuales misteriosamente habían sido ocultados por quizás tratarse de una ciudad desconocida. Y si estamos hablando de una ciudad, entonces ¿qué clase de humanos serían sus habitantes? ¿La bailarina habrá pertenecido a esa población? ¿Y quién era su amiga? Pero mientras estas ideas aún no estaban en mi mente, yo en esos momentos solo pensaba en el origen extraño de esa caverna.

De pronto, vi que aquel conducto se bifurcaba y su anchura se iba expandiendo en medida que avanzaba. Lo que en principio comenzó como una pequeña escotilla y luego en una pequeña caverna por la que solo se podía andar a gatas (con gran esfuerzo), luego se volvió un pasillo que finalmente esa amplitud comenzó a asemejarse a una calle.

Esto parecía prácticamente salido de otro mundo, mi corazón al compás de mi respiración pausada había llenado misteriosamente un estado de sosiego, como si las cosas estuvieran bien a pesar de que todo lo vivido en esos momentos era prácticamente como si fuera de otro planeta. Lo que más me llamó la atención de aquellas calles fue la gente que volaba por los cielos, pero no volaban como si estuvieran paseando, ni siquiera usaban algún artilugio electrónico o mecánico.  Volaban por los cielos con una naturalidad innata como si otras leyes de la naturaleza rigieran sobre ellos. Pero había un detalle, volaban como si estuvieran huyendo de la tierra otros corrían sobre las paredes de los rascacielos con el mismo ánimo. No lo hacían a un ritmo deportivo, corrían como si huyeran de alguien o de algo, como si estuviera a punto de ocurrir algo y la única salida fuera huir.

Vi unas ventanas muy lustrosas y cuando quise ver mi reflejo, como si una voz interna me dijera, “intenta verte”, vi mi cuerpo. Mi apariencia era distinta, usaba otra ropa y mi rostro lo veía borroso, como si se pixelara cada vez más cuando intentaba definir o reconocer realmente mi rostro, todo se borraba. Parecía que hubiera una fuerza que no me permitiera ver qué rostro tenía.

También experimenté una especie de espasmo visual y una lumbrada azulina me cegó pero luego de unos segundos cuando recuperé la vista encontré frente a mis ojos una especie de puente, sin duda una escena con tintes alucinógenos. No recuerdo haber consumido algo para tales experiencias, así que todo se trataba de que ese lugar era como un sitio poseído.

Y como todo lugar mágico siempre hay una mujer. Menciono esto porque después de la escena del puente, apareció una mujer que conocía desde hacía años. Ella bailaba bajo la escalera de su humilde departamento, con la misma sensualidad de la bailarina profesional de aquel bar, y luego pude presenciar a esos hombres que caminaban por las paredes, los gritos desgarradores a un zoom, los movimientos y paisajes entre lo fantástico y lo apocalíptico a la vez. Me dije a mí mismo: ¿y si todo fuera un sueño?

Pero los hechos eran reales y la historia no llegaba a ningún final inesperado. De pronto, fue el timbre de mi teléfono móvil el que empezó a retumbar  y eso fue lo que pudo sacarme de un mal sueño, aquel timbre del teléfono. Para comenzar había olvidado por completo que llevaba conmigo mi teléfono. Entonces, inmediatamente contesté aquella llamada; lo que escuché al otro lado de la línea fue una respiración pesada y perturbadora.

Por alguna razón que no recuerdo, no se me ocurrió decir nada, creo que estaba paralizado, luego el corte abrupto, dejándome en un inquietante estado de alerta por no saber de qué se trata todo. Y que de alguna forma, el timbre del teléfono me demostraba que todo era real. Aquella respiración agitada al otro lado de la línea sembró en mí un estado más de alarma, a pesar de aquellos eventos sobrenaturales que no tenían cuando acabar.

Entendí intuitivamente que, si algo tenía que hacer en ese escenario  era no quedarme quieto. Sentí que había algo que me indicaba seguir caminando por esas calles con sus enormes edificios. Soy consciente de que era bastante raro que  al principio  entré a una taberna cerca de un río y al cruzar una puerta pasé a una zona más urbanizada, a tal punto que había rascacielos.

Luego a las personas volando por los cielos o caminando por las paredes, mejor dicho ¡corriendo, huyendo de algo!

Solo tenía que apresurar mi paso y vi en una esquina un pequeño establecimiento donde una vieja amiga apareció para darme un cálido abrazo. Fue esa clase de encuentros inesperados con aquel amor perdido, aquel encuentro que algunos suelen experimentar. Como símbolo de un inicio o una despedida.

Lo primero que le dije fue: "Qué increíble encontrarte en este lugar, ¿puedes creer que he visto cosas bastante sorprendentes? Además, no sé qué distrito es este, ¿qué lugar es? ¿Lo sabes?" Ella me quedó mirando con cierta ternura y compasión para decirme: "Acaso no recuerdas que en aquella época cuando eras el director en las sombras (el secreto a voces), ¿lo recuerdas?"

"No sé a qué te refieres, te gustaba que te llamaran el asesor en las sombras", Cuando todos bien sabían que tu no eras el asesor de nada, sino el director. Ella hablaba y su entonación solo refleja   mucha severidad, tenía la apariencia de ser una persona inflexible a todas luces, de aquellas con la que jamás la puedes convencer de algo, la rigidez "en su estado puro". De lo cual eso mayormente se sustenta por dos motivos, uno porque dinero no les falta o por un ego exacerbado.

Contesté con una sonrisa de oreja a oreja,  alardeando algo que hasta yo mismo desconocía, eran viejos tiempos, sostuve.  Con un tono como de no querer entrar en discusiones (no era el momento).

Pero cuando la miraba y en medio de mi cinismo, se me rompía el corazón de decirle que cuando muera su madre, con quien tantos desacuerdos tenía (al menos eso recordaba), su vida se vería devastada o la muerte de su abuela. Sin duda, esta sociedad si para algo te forma, es para que no puedas enfrentar esta clase de pérdidas, es como si quisieran verte acabado, disminuido, derrumbado. Y es ahí donde se hace presente uno de los principales problemas de la longevidad: ver a tus amigos que tanto quieres, morir. Sentir que al final no puedes hacer nada, esa clase de impotencia, es como una mala resaca y es peor que sentirte traicionado, lo indecible.

Pero lo que sí pude decirle fue lo siguiente: "Yo te voy a decir algo de primera mano, y aunque te resistas, sé que en el fondo y en tus adentros lo vas a creer. Es lo siguiente: en el 99% de la ancianidad, lo único que uno busca es amor, afecto, atención. Incluso hasta el punto que podrás suplicar y en el caso de tener descendencia, eso lo dejo para tu deducción... psíquicamente vulnerable".

Ella me respondió: "Soy consciente de que no todo lo puedes pagar con plata u oro". No sé en qué momento se empezó a acalorar la conversación. Lo que pasa es que había olvidado su viejo talento de ella, el de adivinar lo que uno piensa. Y de pronto estaba entendiendo las palabras que decía yo en mis adentros sobre, cómo sufrirá ella cuando vea a sus amigos irse.

Pero ya me estaba cansando, así que ya no quería seguir de pie, le dije: "Desde aquí veo que por allá hay una banca", e instintivamente nos dirigimos a ese lugar y tomamos asiento.

Cuando menos me di cuenta, a un lado había un gran ventanal y vi nuestros reflejos, ella y yo. Pude verla a ella con una quietud que me llamó la atención. O sea, parecía paralizada contemplándome, así que inmediatamente giré para verla y ella estaba buscando algo en su cartera, entonces  volteé el rostro rápidamente y en el reflejo la seguí viendo completamente paralizada. Era como ver a mi amiga en movimiento y la otra, completamente inmóvil.

Era como si frente a esos cristales el tiempo se hubiera detenido. E inmediatamente a mí también intenté verme en aquel reflejo y estaba también paralizado, empecé a mover el pie derecho hasta levantar la pierna y mi reflejo estaba inmóvil. En esos momentos debí decirle a mi amiga lo que había percibido, pero ella no paraba de hablar sobre la historia de sus gatos, una historia que no estaba escuchando. Hasta que pasó un buen rato y cuando quise decirle lo que había percibido…, cuando levanté la mirada para hablarle, vi que ella era ¡una figura de hierro! como una estatua que va en algunos parques.

Un pánico me embargó del cual empecé a experimentar un terror tan profundo en no querer ver otra vez a ese ventanal donde estaban nuestros reflejos y en un estado lleno de un pánico que jamás había experimentado. Después de unos segundos más y en donde  creí haberme llenado de fuerza para poder verme en ese ventanal, ¡cuando logré dirigir mi mirada a esos cristales! , vi que en la banca donde estábamos sentados había dos estatuas de bronce en una pose como si estuvieran conversando, y me sentí petrificado mirándola a ella y reconociendo que su cuerpo era de una estatua al igual que el mío.

                                                                                                                                     Enrico Diaz Bernuy



 

 

jueves, 4 de abril de 2024

¿Y a ti también te gustan los relojes rimbonbantes, huachafos?

 Seré conciso respecto al tema de moda. La colectiva idiotización y el morbo del engaño que al final engaña a muchos es digno de reflexión. Este breve artículo aborda las prácticas antiguas relacionadas con la inversión, el lavado de activos y los fraudes financieros. Es bien sabido que en el mercado existen productos destinados a blanquear ingresos fraudulentos o vinculados con la corrupción. Por ejemplo, si un funcionario público con un sueldo modesto de dos o cuatro mil soles de repente realiza depósitos de medio millón de soles en su cuenta, resultaría sospechoso, ¿no es así? Del mismo modo, adquirir propiedades o terrenos repentinamente con dicho sueldo es fácilmente rastreable. La otra táctica, más antigua pero mucho más efectiva, implica obtener bienes de valor intercambiable de forma casi indetectable. Por ejemplo, al viajar a Tokio, Finlandia o Australia, o sea en cuaquier parte del mundo, es posible recibir dinero en efectivo a cambio de productos como plata, oro, obras de arte o relojes de alta gama.

Si alguien afirma que su ex pareja le regaló un Velázquez, un Van Gogh o una pulsera de diamantes, resultaría sospechoso, especialmente si su historial financiero es modesto o si ha trabajado para el Estado, lo que sugiere posibles actos de corrupción. Por lo tanto, en lugar de recibir dinero directamente, se solicita un bien de valor equiparable. Por ejemplo, objetos de plata, oro, joyas, obras de arte o relojes de alta gama. Entonces, ¿cuál prefiere usted? Por favor, elija. Pero por favor, no sea tan bestia de lucir sus nuevas adquisiones frente a los medios.

martes, 26 de marzo de 2024

Asi es cuando juegas limpio, ojo.

Ayer viendo videos de ufc en una de las peleas mas recientes:  Adesanya con Pereyra. Pereyra que logró vencerlo (casi en una carniseria) le dijo a su rival que acababa de perder: yo te respeto mucho, ha sido un honor estar a tu lado. Adesanya le respondió: Yo también tengo el mismo sentimiento, gracias. 

lunes, 25 de marzo de 2024

Visitando a los colegas del arte, y compartiendome profundas y controversiales historias que en algun momento desatarán temas de inspiración. Por lo pronto  uno de ellos ya me propuso ser su biográfo. Tema que no descarto, gracias por los momentos, el rostro siempre lo expresa todo, todo.
Abrazo inmenso!!